Bilongo

En los intersticios o ranuras de la fundamental y extensa obra narrativa, teatral y ensayística de Matías Montes Huidobro, ha crecido siempre, en sordina, como yerba irredenta, la poesía. Tras los poemarios La vaca de los ojos largos (1967), Nunca de mí te vas (1997) y Un salmo quisiera ser (2015) viene ahora Bilongo a corroborar el sentido primordial de la cosmovisión creativa y crítica del autor: reformular "lo cubano" al parodiarlo, decapitarlo y, finalmente, regenerarlo desde la perspectiva plural que ofrece o condiciona la lejanía. Para lograr esto Montes Huidobro se apoya en numerosos motivos sociopolíticos, históricos, culturales, lingüísticos e identitarios que han conformado la Nación cubana y su actual diáspora. De ahí que desfilen, en esperpéntico carnaval, motivos como La Habana, Maisí, Miami, la esclavitud, Maceo, el Pacto del Zanjón, Martí, Patria o Muerte, el Paredón de Fusilamiento, el realismo socialista, Nicolás Guillén, el afiche del Che, el Palo Mayombe, los Clavos de Cristo, Babalú Ayé, los 21 caracoles, el Tablero de Ifá, el Médico Chino, Nigeria, el "compañero", el bongosero, los balseros, el arroz con pollo, los timbales, la jiribilla, "Ni fu ni fa", "Vivito y coleando" y frases en inglés hispanizado, entre muchos otros. La voz poética de Bilongo -afincada en un expresionismo surrealista que enfatiza lo afrocubano (el negrismo), lo escatológico, lo popular y hasta lo vulgar- entona aquí sus iconoclastas "acordes desarticulados" con el fin de componer, por fin, una sinfonía que le otorgue un nuevo ritmo, una nueva y mejor vida, a "lo cubano". JESÚS J. BARQUET