Coleccion #29

No sé por qué presiento que amontonar dolores y al alcanzarlos en un simple quejido al viento, hay una fuerza retraída que logra siempre escucharlo. A veces elevo el sufrir como una cometa y se va, y su eco retumba en mí como respondido por algo. Se eriza mi médula espinal y un bombardeo de nervios, hacen mi día enloquecer y se me hace tarde para el trabajo.¿Qué veo? ¡No sé a veces lo que veo! Oscuro o transpa-rente; si es que acaso logro ver. Pero vuelvo y grito al viento... Soy extranjero sin rumbo ni dirección como mi consuelo. Reconocerme a veces es como descubrir el escondrijo de Bin Laden o encontrar un gato en la altamar... es algo así. Y si me ahogo en penas, voy empapando mi camisa en llanto, rompiendo lamentos. Son estos quejones al aire por dentro y sólo quedo así otra vez, con un quejido al viento, de pesadillas despiertas, de un mundo lleno de fantasías vividas y de una terrible historia final.